11 ago 2010

Siento como una gran nube negra que me cubre. Siento que no siento nada. Veo la vida que se mueve frente a mis ojos. Oigo ruidos, voces. Siento olores. Pero es como si hubiera un muro entre el mundo y yo. Sentirte vacío no es no sentir nada. Es sentir eso, sentir el vacío. Sentir ese agujero en el pecho que te absorbe, como una aspiradora. Es como una profunda tristeza en un mundo feliz, es frío en un verano ardiente. El vacío es llorar mientras todos ríen. Es llorar pero sin saber por que. Es no esperar nada, es saber que no podés buscar. Es estar solo en compañía, es peor que no tener respuestas, es no tener preguntas. No hay sentido, no hay nada. Solo hay todo lo que falta. Sentirte vacío es tener la certeza de que no habrá nada que lo llene. Mi arma todavía está caliente y sin embargo no hay gritos, no hay lágrimas. No hay muerte, no hay nada. Mi arma y mi alma quedaron vacías. Mi mente se va vaciando, llenando de nada. El vacío es oscuro y frío. El vacío está hecho de todo eso que no sos vos. Es dormir sin soñar. Es vivir sin soñar. Es amar sin sentir. Es soñar sin sentir. ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? ¿Por qué siento este frío, mas frío del que nunca sentí en toda la vida? Y desde ahí, desde el vacío más profundo, mi alma se empieza a llenar. Como un pulmón que se llena de aire mi mente se llena de imágenes, de sensaciones. Recién ahora comprendo que estaba vaciado. Mi alma es mía otra vez.

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